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Antonio Gala, andaluz universal

Fue a la vera del mar, a medianoche.
Supe que estaba Dios,
y que la arena y tú
y el mar y yo y la luna
éramos Dios. Y lo adoré.

“Playa de El Palo”, extraído del poemario Testamento andaluz, publicado en 1994.

Nacido en Brazatortas (Ciudad Real, 1930), pero criado en Córdoba, Antonio Gala hace tiempo que se naturalizó andaluz. De hecho, en la casa donde nació, en dicha localidad, hay una placa que dice: “Aquí nació el escritor cordobés Antonio Gala”. Que el dramaturgo, novelista, poeta y articulista tiene alma sureña, a estas alturas, ni se discute. Su sentido del humor, irónico y cultivado, y el exquisito equilibro que ha sostenido siempre entre el habla culta sin caer en el esnobismo y con una querencia explícita por lo popular, le han convertido en una figura carismática. Ligada a su sempiterno bastón.

Estudió las carreras de Derecho, en la Universidad de Sevilla (para satisfacción paterna); Filosofía y Letras, en las universidades de Sevilla y Madrid; Ciencias Políticas y Económicas, en la Universidad de Madrid. Pero desde el año 1963 se dedica exclusivamente a la literatura. Publicó su primer libro de poesía, Enemigo íntimo, en 1959, con el que obtuvo un accésit del Premio Adonais de ese año. Antes había pasado por el grupo Cántico y fundado dos revistas, Aljibe y Arquero de Poesía, con Gloria Fuertes y Julio Mariscal Montes.

Comenzó su andadura en Madrid como hombre de teatro, escribiendo obras como Los verdes campos del Edén (1963), Premio Nacional Calderón de la Barca; Los buenos días perdidos (1972), Premio Nacional de Literatura; Anillos para una dama (1973); ¿Por qué corres, Ulises? (1975); Petra regalada (1980); Samarkanda (1985); Carmen Carmen (1988); La Truhana (1992), etc. Sufrió la censura franquista en obras como ¡Suerte, campeón! (1973) y trabajó con lo más granado del teatro español, tanto en la dirección como en la interpretación.

Su carrera como novelista empezaría a comienzos de los noventa, con El manuscrito carmesí (1990), con el que ganó el Premio Planeta de ese año.

Continuó con La pasión turca (1993), llevada al cine por Vicente Aranda, con Ana Belén como protagonista. Siguió con Más allá del jardín (1995), también llevada al cine por Pedro Olea, y con Concha Velasco y Mari Carrillo como protagonistas; La regla de tres (1996); Las afueras de Dios (1999)… hasta Los papeles de agua (2008), su última novela. También ha publicado relatos: El corazón tardío, Los invitados al jardín o El dueño de la herida.

Como poeta, hasta 1997 se resistió a editar su poesía, recopilada en un libro titulado Poemas de amor, con el que alcanzó cotas desconocidas para un libro de poemas. Después vino El poema de Tobías desangelado, en el que narra el viaje de Tobías sin la compañía del ángel.

También ha escrito guiones de televisión, entre ellos Si las piedras hablaran (1972), presentados por Natalia Figueroa y dirigidos por diferentes directores: se hacía un recorrido por los más importantes escenarios históricos de España.

Paisaje con figuras (1976), en el que aparecían los personajes más representativos de la historia de España, desde Goya a Rosalía de Castro, Murillo o Ana de Austria, y presentados por el propio Antonio Gala. Algunos de estos guiones han ganado prestigiosos premios tanto dentro como fuera de España.

Desde 1976 hasta el año 1998 escribe en el diario El País, con una colaboración semanal, que, una vez concluida, se edita en forma de libro. Entre ellos, caben destacar Charlas con Troylo (1981), Dedicado a Tobías (1988), Cuaderno de la Dama de Otoño (1985), La soledad sonora (1989), La casa sosegada (1998), etc. Con la Tronera se asomó a diario en las páginas del periódico El Mundo, desde 1992 hasta 2015, para clamar su desazón contra los que él llamaba “políticos profesionales”, aunque también tocaba temas sociales, artísticos, religiosos, etc. Igualmente, firmó artículos en Pueblo, Sábado Gráfico, Actualidad Española, entre otros.

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