Difícil pregunta, por difícil persona. Difícil, en el sentido de que es muy exigente: primero consigo mismo, y por lo tanto con los demás, sobre todo conmigo, que estoy tan cerca, y encargado de muchas cuestiones de toda índole.
Pero, por otro lado, he viajado a muchos países, ya que lo acompañaba en cada uno de los viajes que hacía, sobre todo si eran de tipo profesional. Recuerdo ahora mismo una gira promocional por cinco países de Hispanoamérica: fueron 21 días en los que cambiamos de huso horario en tres ocasiones. También he conocido grandes personas y grandes personajes, algunos de ellos después se hicieron no sé si amigos, pero sí algo más que conocidos (por ejemplo me acuerdo de Terenci Moix sobre todo, porque siempre íbamos a visitarlo cuando viajábamos a Barcelona; o Concha Velasco, a la que conocí en el otoño de 1992, en la Expo de Sevilla, y luego coincidí en muchas otras ocasiones; o Mary Carrillo, la gran actriz, que me cogió un cariño especial. Y así podría nombrar a muchas otras personas).
He aprendido, a su lado, a leer con la vista puesta en las erratas, faltas de ortografía, etc. No lo puedo remediar. Como suele decirse, es deformación profesional. De hecho, en esta promoción pasada de la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores, algunos de los chicos escritores y no escritores me eligieron como su corrector, y me pusieron el sobrenombre de policía filológico. Y, como yo digo siempre, eso a pesar de que soy de Ciencias.
Y, sobre todo, me río mucho a su lado, cosa muy importante, ya que es una de las personas que he conocido con un mayor y mejor sentido del humor, y con una fina ironía de la que no se escapa nada ni nadie.