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La Baltasara:
la actriz ermitaña

La Finca La Baltasara en Alhaurín el Grande se llama así por iniciativa de Gala. Y es que Antonio bautizó este hermoso cortijo en honor a una actriz del Siglo de Oro español: Francisca Baltasara.

Pero, tal como él mismo cuenta, fue por una serie de trabadas coincidencias: “Yo había entendido de modo confuso que la finca pertenecía a una familia, los Baltasaros, descendiente de una especie de bruja benévola que hubo allí en el siglo XVIII. Cuando, para firmar la escritura, me leyó el notario, le oí: `El Naranjal, hoy La Baltasara…´ `¿Cómo hoy La Baltasara?´ `Sí, el nombre se lo has puesto tú. Siempre se ha llamado El Naranjal, porque fue la primera finca de naranjos que hubo en Alhaurín el Grande.´ Me quedé de una pieza…”

Nacida en el Madrid de Felipe III, aunque brilla como intérprete en la corte de Felipe IV, Francisca Baltasara trabaja en la compañía de un actor llamado Heredia. Posee una gran belleza, siendo objeto de deseo y de coplillas de su tiempo: "Todo lo tiene bueno La Baltasara. / Todo lo tiene bueno, / también la cara."

Francisca destaca en la interpretación de personajes femeninos que aparecen en escena con indumentaria de varón. Para ella escriben comedias muy populares los mejores autores: Lope, Vélez de Guevara, Rojas… Pero, en el ápice de su fama, se retira a vivir a una cueva que se llamó de la Cómica, para entregarse a los asuntos del alma. Siente en el corazón, como una llama ardiente, un apasionado afán de penitencia, meditación y soledad… y desaparece del mundo del teatro. Se retira, solitaria, cerca de Lorca, de donde viene precisamente un mural de azulejos, de Egea Azcona, que embellece el jardín de la finca, con una visión, irónica y bella a un tiempo, de La Baltasara.

Los que fueron sus compañeros, entre ellos el actor cómico Miguel Ruiz (considerado por muchas fuentes su marido), sienten a veces el deseo de visitarla para hacerle cambiar de opinión, pero se trata de una decisión tajante, que termina de modo absoluto una parte de la existencia de la actriz y que inicia en ella un nuevo y distinto rumbo. Incluso los convenció para que llevasen una vida contemplativa, montando una suerte de comunidad monástica. Fue así como La Baltasara, carismática y espiritual, se forjó su leyenda.

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